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El día de hoy queridos #Soulshinners celebramos el día mundial de la microdosificación, un momento especial para compartir como fue mi inicio en el mundo de la microdosificación, toda historia comienza con el primer paso, la intención de mejorar todo aquello que no nos gusta del todo. Esta es mi historia, que espero sirva de testimonio para quienes inician este camino y piensan que hay algo más allá de todo lo visible.

Fue en la primavera de 2019 cuando la ilusión de convertirme en papá me hacía flotar rumbo al trabajo. Tenía miedo, como todos al hacer algo por primera vez, pero esto era distinto: se trataba de un pedacito cósmico combinado con nuestro ADN y decidimos poner más emoción, no quisimos saber su sexo y solo definimos su nombre, si era niño, sería Santiago; si era niña, Ximena. Desde el inicio sabíamos lo que era ir contra la corriente; todos nuestros amigos y familiares morían de ganas por saber el sexo del bebé, pero nosotros decidimos esperar y tener una sorpresa el día de su nacimiento.

Mi vida en micro, así fue el mágico inicio

A finales del verano comenzamos a soñar con cómo sería nuestra vida de tres. Tras siete años como pareja, sabíamos ser almas libres por el mundo, la realidad es que no sabíamos muy bien en qué nos habíamos metido, pero estábamos emocionados y llenos de ilusión. Preparamos todo para cuando llegara el momento y estábamos listos, durante tres días, el bebé anunció su llegada con contracciones cada vez más intensas y frecuentes, hasta que finalmente llegó el momento de conocer al nuevo integrante de la familia. Fue a mediados de diciembre cuando corrimos al hospital por la noche, una noche llena de energía y emoción. Finalmente, en los coros de la canción de "Us and Them" de Pink Floyd, llegó al mundo una hermosa bebita. Durante ese instante se paro el tiempo, fue increíble e irreal; no sabía que la realidad podía ser tan mágica, fue un parto hermoso y lleno de amor.

Mi vida en micro, así fue el mágico inicio

Los primeros días pasaron entendiendo cómo funcionaba esa pequeña bebé, tan delicada que era difícil no pensar que cualquier movimiento brusco la lastimaría. Aprendí a cuidarla y a ser un padre para ella, todo pasó muy rápido y así fueron las primeras semanas. Tenía tres meses cuando la vida me dio una intensa lección: llegó a México el pánico causado por la pandemia. Dejé de ir físicamente a la oficina y comencé a pasar el 100% de mi tiempo con mi familia. Algo que no había disfrutado durante los primeros meses, pues pasaba casi todos mis días fuera de casa, saliendo antes de que amaneciera y volviendo cuando ya estaba dormida, esa posibilidad para mí fue increíble.

Con el tiempo, la monotonía se apoderó de nuestras vidas, el constante peligro y el encierro nos afectaron. Sentí por primera vez lo que significaba no tener esperanza, pero me tranquilizaba saber que en casa, la tribu estaba bien, al menos físicamente. De la noche a la mañana, comencé a tener pensamientos catastróficos y miedos que nunca había tenido, cambios repentinos de estado de ánimo, supongo, fueron el resultado del aislamiento, hasta que decidí hacerme cargo y programar una cita para tener terapia psicológica por primera vez en mi vida.

Mi vida en micro, así fue el mágico inicio

A mis 34 años, nunca había ido a terapia, pero la situación comenzó a detonar conductas y estados de ánimo negativos. Lo último que deseaba era afectar a la tribu, fue gracias a la terapia psicológica, pude ordenar mis pensamientos y poner nombre a los patrones que se estaban presentando. La situación en general era desoladora, y en mi contexto personal, una bebé que comenzaba a necesitar un papá presente y una pareja que requería un esposo amoroso. Yo, lleno de miedos y patrones automáticos, comencé a ser consciente de que no podía quedarme de manos cruzadas, tomé mis sesiones de manera constante, empecé a meditar y poco a poco todo empezó a fluir mejor.

Pero no fue hasta que una amiga me regaló un frasco de extracto de hongos mágicos (niños santos) para tomar microdosis, cuando comenzó una gran aventura llena de profundos descubrimientos, enseñanzas y amor. Al inicio de las microdosis, mi cuerpo estaba sorprendido con la sustancia. Me parecía increíble que con solo unas gotas me mantuviera equilibrado emocionalmente y lleno de energía, aunque era complicado conseguirlas, cuando lo lograba, sabía que tendría una ayuda extra en mis procesos. Con esta herramienta poderosa, comencé a desbloquear muchas cosas, a sanar y reconectar con mi niño interno para poder conectar mejor con mi hija y mi esposa. Todo comenzó a fluir de manera maravillosa, y mi vida se volvió más tranquila, llena de naturaleza y calma.

Mi vida en micro, así fue el mágico inicio

Desde entonces han pasado más de tres años, llenos de aprendizaje. Mi maleta emocional está más ligera y he realizado cambios en mi estilo de vida alineados con mi filosofía. Comencé a dejar de preocuparme por el futuro y a disfrutar cada segundo del presente, junto con mi pareja, he aprendido que hay muchas formas de demostrar amor y ser padres, dejando de repetir patrones instaurados desde hace mucho tiempo., ahora siento que mi relación con mi familia y amigos es más auténtica y honesta, llena de respeto y amor.

A nivel personal, tomar microdosis de psilocibina ha sido una de las mejores decisiones de mi vida, se que hay un antes y un después de conocer a los niños santos. La conexión conmigo y la naturaleza me ha ayudado a ser más compasivo con mis errores, a perdonarme por aquellas cosas que hice cuando no era consciente del daño emocional que podemos hacernos de manera inconsciente. Me he dado cuenta de que puedo ejercer una paternidad activa, divertida y presente, disfrutando la niñez de mi hija, diciendo "sí" más a menudo y eliminando el automático "no" de nuestras vidas. Jugamos y aprendemos juntos, inventando cuentos a la hora de dormir y comunicándonos con cosquillas, reafirmando con palabras bonitas el amor infinito que nos rodea. Tengo la ilusión de que será una niña segura, llena de confianza en sí misma y con muchos recuerdos divertidos.

Mi vida en micro, así fue el mágico inicio

Con mi pareja busco ser más comprensivo, paciente y amoroso, entregando libertad para que sus elecciones sean desde la libertad, todos los días al despertar elijo compartir y recorrer este camino llamado vida juntos, explorando las posibilidades y disfrutando del presente, hemos aprendido más de los planes que no suceden como queremos que de los que todavía no llegan, soltar el control y dejarnos llevar por las olas de vez en cuando es tan sano como programar una alarma para despertar y ver el amanecer. Algo que también me enseñaron los honguitos es que muchos tuvimos una infancia difícil, el mundo era más rudo anteriormente, por eso algunos llegamos lastimados a las relaciones adultas y no podemos responsabilizar a la otra persona de nuestras heridas que se activan de forma involuntaria y sin la intensión por situaciones absurdas y cotidianas, entender eso nos ayuda a conectar con la compasión y empatía necesaria para acompañarnos y hacernos el camino más fácil.

Mentiría si dijera que todo siempre está bien y que esta medicina es para todos, lo más responsable es informarse y confirmar que son candidatos a tomar microdosis de psilocibina, además en mi experiencia lo mejor que pueden hacer para maximizar el trabajo de los niñitos santos es tener un acompañamiento psicológico, las emociones liberadas han causado algunas lágrimas, pero lo que viene después es sanador, pero es mejor tener la contención de un terapeuta que pueda ayudarte a integrar tus procesos y orientarte en el ángulo correcto para encontrar el aprendizaje, la mejor forma de abrazar tu luz y sombra.

Puedo concluir en que el dolor de una espina enterrada duele mucho, al salir seguro seguirá doliendo intensamente, pero luego comienza a sanar, en esos momentos, los niños santos me abrazan, me reconfortan y me calman, dándome sabiduría para elegir lo mejor para mí y no volver a encajarme la misma espina, aprender a ponerme en primer lugar nuevamente, me regalan mucha energía y el descanso necesario para caminar más cada día y seguir aprendiendo, siempre recordando las palabras del maestro Gustavo Cerati: "Siempre es hoy" así que honremos cada momento de nuestro día #Soulshinners.

 

Wero Silvestre

 

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